martes, 9 de noviembre de 2010

Intermedio


La vida siempre se encarga de regalarnos un espacio en blanco, un minuto vacío de urgencias.

Indagar en esos intermedios, en esos instantes blancos que sirven de frontera entre las actividades que nos agitan día a día.

Este no es el espacio para entender ni dilucidar nada, tampoco se trata de buscar respuestas. El objetivo es más modesto y se centra en capturar el goce que se produce cuando la vida humana aparece desprovista de actividad.

Una aproximación a la ausencia total de rol, cuando la persona ni siquiera pretende descansar para luego retomar con más bríos el trabajo. En esos instantes, los fenómenos naturales se muestran inocentes: un rayo de luz que se cuela por la ventana y se posa en el borde de la cama con absoluta gratuidad. Es el tiempo vacío de exigencias, de intenciones, el tiempo en que no se espera, sólo se recibe el regalo de existir.

Es sólo en esos momentos cuando sobreviene el verdadero silencio y la capacidad de oír los procesos mínimos que pueblan la vida. Es en medio de estos intermedios cuando brota la poesía espontánea de las cosas, la belleza que modela cada latido de realidad.